jueves, 16 de junio de 2016

Mientras intentas unir este mundo de miseria que a veces tanto extraño con este otro de business school que me desgasta, mi mirada se ha desviado al mapamundi que hay en la pared de tu despacho. Un skype me obliga a volar a un Santiago de invierno que no quiero y un whatsapp pisa un freno (que pronto dejará de ser frenado) de un tren camino al sur.

Te oigo dejar de hablar y preguntarme que a dónde está viajando mi cabeza; es el signo de años de complicidad, respeto y admiración mutua, gestionando penas con estilos tan distintos. Creo que te contesto vagamente. Mi cabeza estaba lejos sí. No sé si en Nairobi, en Culatra, en Tulum, en La Habana o en San José, pero viajaba. Viajaba porque andan midiendo fuerzas la necesidad y el deseo para decidir cuál me obliga antes a salir de este Madrid plomizo que lleva meses estrechando mente, miras y energías.

Vuelvo a la conversación y nos enredamos en mis eternos empeños por las no sanciones y por no dar la importancia que no tiene a que Justo tenga DNI. Y me sonríes reconociéndome en mi espíritu indomable que nunca se va, cuando me quito el jersey y aparece mi camiseta con sus letras de NO PIENSO callarme. Esas discusiones me hacen revivir tanto como un viaje con mechero y peluche, y me recuerdan las ganas de mar y las desganas del juego de tronos que vivo cada mañana cuando yo no tengo ganas de luchar (ni de que me luchen).

Será que es el mejor momento para dogcafés. A ver si topo contigo y te equivocas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Será que es el momento de no pisar el freno, será que es el momento de dejar que te luchen, o simplemente, ver el mar.

Anónimo dijo...

No te empeñes en pisar frenos y disfruta hoy, mañana y siempre.