sábado, 14 de diciembre de 2013

Cuando suenan las primeras palabras de La maza, siento intensamente unas ganas de empezar a escribir que no se marchan según avanza este bonito Ojalá, y que aumentan cuando en los últimos minutos se repiten una vez tras otra las imágenes del imponente Malecón y la placentera fusión de las nubes blancas y el perfil del Hotel Nacional.

Creo que las ganas incontroladas de teclado sólo se deben a que  desde el primer acorde sentí que fueron demasiado importantes las cosas que dejé en La Habana.

No hay comentarios: