Mientras intentas unir este mundo de miseria que a veces
tanto extraño con este otro de business
school que me desgasta, mi mirada se ha desviado al mapamundi que hay en la
pared de tu despacho. Un skype me obliga a volar a un Santiago de invierno que
no quiero y un whatsapp pisa un freno (que pronto dejará de ser frenado) de un tren camino al sur.
Te oigo dejar de hablar y preguntarme que a dónde está
viajando mi cabeza; es el signo de años de complicidad, respeto y admiración
mutua, gestionando penas con estilos tan distintos. Creo que te contesto
vagamente. Mi cabeza estaba lejos sí. No sé si en Nairobi, en Culatra, en Tulum,
en La Habana o en San José, pero viajaba. Viajaba porque andan midiendo fuerzas
la necesidad y el deseo para decidir cuál me obliga antes a salir de este
Madrid plomizo que lleva meses estrechando mente, miras y energías.
Vuelvo a la conversación y nos enredamos en mis eternos
empeños por las no sanciones y por no dar la importancia que no tiene a que
Justo tenga DNI. Y me sonríes reconociéndome en mi espíritu indomable que nunca
se va, cuando me quito el jersey y aparece mi camiseta con sus letras de NO PIENSO callarme. Esas discusiones me
hacen revivir tanto como un viaje con mechero y peluche, y me recuerdan las
ganas de mar y las desganas del juego de tronos que vivo cada mañana cuando yo
no tengo ganas de luchar (ni de que me luchen).
2 comentarios:
Será que es el momento de no pisar el freno, será que es el momento de dejar que te luchen, o simplemente, ver el mar.
No te empeñes en pisar frenos y disfruta hoy, mañana y siempre.
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