Lloraba por la calle. Todo parecía irse. Romperse.
Una vez más. Otra vez.
Te llamé. Porque sólo se me ocurría llamarte a ti o a él, y tú estabas más cerca y últimamente me habías soportado menos.
Cuando llegué a casa me abrazaste y lloraste conmigo. Me hiciste una Maizena como cuando éramos pequeños y todo era más fácil.
Me intentaste dar consejos que creo que no escuché porque lloraba sin parar y estaba mareado, y si los escuché seguro que no sirvieron para nada como todos los consejos que me has dado en los últimos meses.
Sólo me enteré de que estoy estropeando tu deseo de cumpleaños. Tu secreto de antes de soplar tus 27 velas. Que tu hermano se ponga bien.
Una vez más. Otra vez.
Te llamé. Porque sólo se me ocurría llamarte a ti o a él, y tú estabas más cerca y últimamente me habías soportado menos.
Cuando llegué a casa me abrazaste y lloraste conmigo. Me hiciste una Maizena como cuando éramos pequeños y todo era más fácil.
Me intentaste dar consejos que creo que no escuché porque lloraba sin parar y estaba mareado, y si los escuché seguro que no sirvieron para nada como todos los consejos que me has dado en los últimos meses.
Sólo me enteré de que estoy estropeando tu deseo de cumpleaños. Tu secreto de antes de soplar tus 27 velas. Que tu hermano se ponga bien.
1 comentario:
mmm
me alegro de que este rinconcito de reabra pero el texto me ha dejado un poco preocupadilla..
un abrazo
Publicar un comentario